DIARIO CORDOBA

La Virgen del Tránsito vuelve a la Catedral en un histórico recorrido

La última vez que la cofradía pisó el primer templo de la diócesis fue en 2011. El sofocante calor marcó el caminar de la gloriosa procesión por las calles

FRANCISCO MELLADO 16/08/2013

Nuestra Señora del Tránsito, conocida popularmente como la Virgen de Acá, volvió ayer a la Catedral, esta vez para hacer estación ante Jesús Sacramentado, en un histórico recorrido que la llevó por primera vez en su historia a atravesar la Puerta del Puente, poco después de abandonar su popular barrio del Alcázar Viejo.

Un barrio que ayer, fiel a su cita con la Virgen de Agosto, desde primeras horas de la mañana comenzó a engalanarse siendo un ir y venir de gente que se acercó hasta el templo para ver el paso ya montado. Una intensa mañana que concluyó con la Función Principal en honor de la Virgen que cada año, como dictan sus reglas, la hermandad dedica a su titular.

Este preámbulo sirvió para que por la tarde, pasadas las ocho, aún con un sofocante calor, la Virgen del Tránsito, a los sones de la banda de música Tubamirum de Cañete de las Torres, cruzara el dintel de la iglesia de Nuestra Señora de la Paz, en San Basilio; fue el momento esperado por los numerosos cofrades, fieles y sobre todo vecinos que se agolparon en la puerta del templo.

Como cada año, la Virgen volvió a procesionar en su tradicional urna dorada sobre un paso exornado con centros de nardos en las esquinas y lisianto blanco, así de sencilla se dirigía hacia el Arco de Caballerizas Reales, punto que señala la salida del barrio. Cabe recordar que antaño la Virgen solo procesionaba por el interior del Alcázar Viejo, fue a partir del 2008 cuando la hermandad decide alargar el recorrido traspasando los muros del histórico barrio.

Pero si en el Alcázar Viejo se vivieron momentos nostálgicos y de toda la vida, donde no faltó el puesto de higos chumbos, no menos intenso fue el paso de la Virgen del Tránsito por la zona de la Ribera y posterior Puerta del Puente, donde una gran muchedumbre se congregó para captar la instantánea de la Virgen bajo la histórica Puerta.

Poco después, la comitiva cruzaría la Puerta de Santa Catalina con la intención de postrarse ante Jesús Sacramentado en el interior de la Catedral, en un año en el que la Iglesia lo dedica a la Fe.

Así, alrededor de las nueve y media de la noche, la banda del Rescatado, que abría la cruz de guía, irrumpía en el Patio de los Naranjos ante el asombro de los numerosos turistas que a esas horas paseaban por los aledaños de la Catedral. Poco después llegaba al Patio de los Naranjos el paso de la Virgen, que a los sones del Himno Eucarístico buscaba la Puerta de las Palmas para entrar en el primer templo. Tras un momento de adoración ante Jesús Sacramentado, la comitiva se volvió hacia su barrio en una procesión de regreso marcada por un sofocante calor que no dio tregua alguna.

La última vez que la Virgen del Tránsito dirigió su cruz de guía a la Catedral fue en agosto del 2011 con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud.

EL DIA DE CORDOBA

La Virgen de Acá se asoma al Guadalquivir

La hermandad del Tránsito modifica su trayecto para visitar enclaves como la Puerta del Puente La procesión entra en la Mezquita dos años después

FRANCISCO GAITÁN | ACTUALIZADO 16.08.2013 – 01:00

Como manda la tradición cada 15 de agosto, la Virgen de Acá salió de la iglesia de Nuestra Señora de la Paz para ver Córdoba por última vez antes de su ascensión al cielo. Los duques de Benamejí donaron esta figura de talla anónima, cuyos orígenes se remontan al siglo XVII. María Santísima del Tránsito acuñó el sobrenombre «de Acá» por los vecinos del Alcázar Viejo, para distinguirla de la hermandad del Tránsito del templo de San Agustín, que también procesionaba.
En una tarde calurosa de verano, su presencia en las calles convirtió la jornada de ayer en una día único. Numerosos balcones estaban engalanados para recibir a la virgen en sus últimos instantes en el mundo terrenal. La eucaristía principal del mediodía supuso el inicio de los festejos en el día más esperado por los hermanos y fieles de la Virgen del Tránsito. El reloj marcaba las 20:00 cuando las puertas del templo, ubicado en la calle San Basilio, se abrieron y los cofrades, devotos y numerosos curiosos vieron recompensada su espera y aguardaron con expectación la salida del cortejo procesional.

El recorrido comenzó con la marcha real, entonada por la banda de Cañete de las Torres Tubamirum, que enalteció la salida de la Virgen de Acá. Los sentimientos y las emociones de los vecinos aparecieron en sus rostros alegres. Las casas blancas, junto a sus balcones con flores, del coqueto barrio del Alcázar Viejo resplandecieron aun más con la procesión de la hermandad del Tránsito.

A medida que caían los últimos rayos de sol, la hermandad del Tránsito tomaba un vía poco habitual a sus salidas procesionales, que realiza desde 1986. Tras bordear el Real Alcázar, la Virgen caminó por el paseo de la Ribera para pasar por debajo de la Puerta del Puente. Una estampa novedosa que envuelve aún más la belleza de este paso de catafalco dorado y su característica y resplandeciente urna. Un desvío primerizo por el que María Santísima del Tránsito y los allí presentes mezclaron el incienso con el frescor de las aguas del Guadalquivir. Al mismo tiempo, sus candelabros y el pan de oro iluminaban unas calles ya oscuras antes de entrar en la Mezquita-Catedral, recordando su estancia en dicho templo con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud en 2011.

La banda de cornetas y tambores de Nuestro Padre Jesús Rescatado de Córdoba, que iniciaba el cortejo delante de la cruz de guía, anunciaba la salida del templo catedralicio para retomar su vuelta a casa. La agrupación musical Tubamirum marcaba, con sus notas musicales, el caminar sosegado y elegante de los 25 costaleros que portaban a María Santísima en una noche estrellada y luminosa más propia de la primavera cordobesa, aunque las temperaturas nocturnas por encima de 20 grados obligaron a sacar los abanicos.

Fue una jornada de Semana Santa en plena época estival. Un día diferente en una Córdoba semivacía por las brisas marineras del mar y las costas andaluzas. Los asistentes a la procesión contemplaron otra bella estampa sobre el arco de las Caballerizas Reales. Allí, el puesto de higos chumbos era un lugar muy concurrido. Este fruto refresca las gargantas de los cofrades que esperan, con ahínco, el Vía Crucis Mago del próximo 14 de septiembre. Un caminar pausado y, sobre todo, respetuoso. Un silencio roto por las dulces composiciones de Tubamirum y el racheo de los pies de los costaleros.

La Virgen de Acá quiso despedirse de los cordobeses de forma elegante. Su reluciente manto de ocre marcó toda la idiosincrasia del cortejo de la hermandad del Tránsito. Sobre las 00:00 horas, la Virgen dejó su letargo en su brillante urna para subir al reino de los cielos para abrazar a su hijo Jesús y cumplir con las peticiones de sus fieles creyentes.

ABC

Júbilo en las alturas

POR JOSÉ PRIETO / CÓRDOBA Día 16/08/2013

La imagen del Tránsito salió en procesión ayer hasta la Catedral, donde entró para que sus hermanos adoraran al Santísimo Sacramento

La Virgen de Acá, con el Puente Romano al fondo (arriba) y junto a los muros de la Catedral

 

Sea el júbilo en el cielo, gocen los ejércitos de ángeles, alégrese el orbe. Ayer fue subida a las alturas la siempre Virgen María. Reina con corona de estrellas a la luz del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Hija, Madre y Esposa que llenó de su aroma el aire de una Córdoba callada y calurosa que conoce desde siglos y por la que pasea en el Tránsito hacia la vida eterna en cuerpo y alma en el cielo.

La Virgen «de Acá» lo fue ayer más que nunca en las últimas décadas, como antaño, una vez recuperada para el culto «la de allá» en el convento dominico de San Agustín la pasada primavera. Aunque no fue su procesión lo de siempre. Albergó una significación especial que cobró sentido en la adoración al Santísimo Sacramento que su hermandad hizo en el interior de la Santa Iglesia Catedral, echada ya la noche sobre la ciudad vieja que recorrió rodeada de un público cordobés y foráneo que nunca faltó, que por momentos fue bullicioso y que tuvo que echar mano del abanico para sofocar el bochorno.

Había salido vestida toda de blanco pureza de San Basilio, reino de flores donde Ella es la más bella y delicada, rodeada de nardos y «lisianthus». Eran las ocho de la tarde y comenzaba a repetir el Alcázar Viejo una de sus más arraigadas tradiciones, la procesión de la imagen durmiente que allí llegó en el siglo XVIII donada por los Duques de Benamejí según cuenta la tradición oral.

Como es costumbre, salió al barrio por la calle San Basilio, que enfiló camino del Arco de Caballerizas en procesión. La abría la banda de cornetas y tambores de Nuestro Padre Jesús Nazareno Rescatado, que ya acompañó el año pasado a la hermandad. Tras un no muy extenso cortejo llegaba la Virgen en su urna dorada, trono para su sueño que mecían los costaleros al son de las marchas ofrecidas por la banda de música Tubamirum.

Los naranjos de Caballerizas Reales le rindieron de nuevo pleitesía antes de rodear por vez primera la muralla Este del Alcázar de los Reyes Cristianos, para bajar a la vera del río. A la ribera del Guadalquivir, que la Virgen no conocía y que su hermandad ha querido que bordee camino de la Catedral. Fue inédito el paso por Ronda de Isasa y también por la Puerta del Puente, que atravesó triunfante la Virgen como atraviesa soñando la muerte para seguir viviendo.

Fue especialmente bello el paso por este enclave recuperado junto al Triunfo de San Rafael, que desde lo alto custodió el cortejo, en cuyo comienzo unos monaguillos se afanaban en pedir al público limosna que luego dará la hermandad a Cáritas parroquial para comprar alimentos y repartirlos entre los más necesitados.

Era aún el día entonces en la procesión que, sin embargo, ya barruntaba la noche. Y la noche la alcanzó en el Patio de los Naranjos, antesala del momento álgido del día, que ocurrió entre columnas y capillas. En el interior del primer templo de la diócesis, consagrado precisamente a la Asunción de la Santísima Virgen, todo se hizo más íntimo. La estación ante Jesús Sacramentado fue un momento único en un paisaje también único del que no estaría de más que la hermandad disfrutara todos los años.

Por delante quedaban Torrijos, Amador de los Ríos y de nuevo el barrio, donde la Virgen ya duerme su sueño a la espera de un nuevo 15 de agosto en que se gloríen por Ella los cielos.